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Una invasión de dinosaurios

Los discursos de odio no hacen efecto cuando dejan de reproducirse –o cuando se convierten en ficción–.

Por Agustina Bordigoni

Cuando Kevin prestó atención a lo que se comentaba en la televisión no pudo seguir con su desayuno. Una invasión… ¿qué significa eso?, pensó. Una invasión de extranjeros, escuchó después. No podía distinguir si la noticia lo aturdía tanto porque era muy temprano y apenas despertaba o por lo que le siguió.  

Enemigos, ejército, lugares inseguros y una guerra desde dentro… ¿Cómo combatir una guerra desde dentro si somos nosotros mismos?, se preguntó. ¿Estaría seguro en el sótano, o desde dentro quería decir dentro de su casa, desde su escuela, en su cotidianidad? Ya nada era seguro entonces, eso era verdad. Los demócratas radicales de izquierda tenían la culpa, continuó ese hombre al que no conocía mucho pero que aparecía en publicidades, películas y ahora era presidente del país.

Su padre es demócrata. ¿Acaso era él era culpable de esa guerra interna? Es verdad que podía molestarse a veces e incluso levantar la voz, sobre todo cuando se lo interrumpía mirando un debate o un partido. El debate de un partido, tal vez. Un debate en el que se identificaba con aquellos que ahora representaban el mal. Pero no. Nunca habría llegado a tanto…

Tampoco sabía lo que significaba ser un extranjero. Eran tal vez esos extraterrestres o dinosaurios de las películas que a veces le daban un poco de miedo, pero que disfrutaba mirar. ¿Debía sentir miedo esta vez ante un peligro inminente? Kevin no pudo siquiera tragar el primer bocado.

Preguntó a su mamá, que le explicó, en términos sencillos, que extranjero era considerado aquel que había nacido en otro territorio. Kevin seguía sin entender. La mayoría de sus compañeros de escuela eran entonces extranjeros, pero no le infundían temor. No eran dinosaurios, tampoco extraterrestres. Los padres de algunos, incluso, estaban muy lejos de ser demócratas de izquierda. Por tanto, eran menos culpables que su papá.

Pero el miedo empezó a crecer. Cada vez que escuchaba a ese hombre a quien decían que no debía creerle nada, algo quedaba. Era como un ruido molesto en la mesa cuando comía, cuando hacía las tareas, cuando se quedaba solo pensando. Había escuchado de guerras, claro. Pero esto era diferente. “Al menos cuando llevan uniforme, se los puede eliminar. Estas personas no tienen uniforme. Pero estamos siendo invadidos desde dentro. Lo estamos deteniendo muy rápidamente”, dijo Trump en esa primera aparición.

Las palabras, vacías para sus padres, tenían otro sentido para él. ¿Cómo protegerse de lo desconocido cuando, para un niño, todo es novedad?

Cuando Kevin llegó a su escuela creyó entender, como no lo había hecho antes, que algunos de sus compañeros de familias republicanas y de derechas libres de culpas odiaran tanto a aquellos que debían ser objeto de temor. Otros le contaron que comían animales domésticos: como los dinosaurios, relacionó.

El teléfono de casa sonó: el niño más tranquilo y pensativo de la clase, por primera vez, se había involucrado en una pelea.

“En un encuentro sin precedentes con los más altos mandos militares de Estados Unidos, el presidente Donald Trump justificó su polémico despliegue de tropas en ciudades del país por lo que, dijo, es una ‘invasión interior’ de extranjeros. Los altos mandos escucharon en silencio mientras el presidente hablaba largo y tendido sobre tales ‘enemigos’, dando a entender que continuará con su controvertida política de utilizar al ejército para hacer cumplir la ley”, cuenta una nota de la BBC. El presidente, que endureció la política migratoria del país con argumentos que parecen sacados del cine –tal como cuando afirmó, por ejemplo, que los migrantes comían perros– hizo del tema su principal slogan de campaña y convirtió a las deportaciones masivas en sello de su gobierno.

Desde ese día el televisor de Kevin está apagado. Sus oídos no estaban entrenados para tanta maldad. Y, aunque sigue pensando en dinosaurios, ahora sabe que son dinosaurios y nada más.

Aldeaglobal 19 octubre, 2025

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