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Una de cada seis

La OMS advirtió que la soledad es cada vez más un problema de salud. Cientos de miles de personas mueren por año de manera prematura por la falta de vínculos sociales. Las migrantes y refugiadas tienen más chances de experimentarla.

Por Agustina Bordigoni

Listo. Ya publiqué ese tuit con tantos reposteos que me deja satisfecha, el objetivo del día está cumplido. ¡Tanta gente me quiere, tanta gente me apoya, comparte mis ideas! Seguro me recordarán por esto. ¿Me recordarán por esto? Cuando muera, ¿habrá alguien que me recuerde y diga: “es ella, la de ese gran tuit, te acordás”? ¿Y alguien que le responda: “no, son tantos que ya no los registro”? ¿Qué pensarán de mí cuando no esté y qué posteo debería hacer para ser recordada? Tiene que estar perfectamente planificado. ¿Alguien lo replicaría?  ¿O acaso seré yo esa una de cada seis?

A Emilia le gustaron tanto sus preguntas que pensó en postearlas. El mundo tenía que saber todo eso bueno que tenía para decir. El mundo tenía que validar sus opiniones. Si no, ¿para qué tenerlas? Nadie podía negar su éxito, era contundente y rotundo. A los pocos minutos de publicar algo tenía decenas, cientos de compartidos. Se sentía acompañada, pero también muy sola. No conocía ni a la décima parte de todos esos “reposteadores seriales”. Ellos tampoco la conocían. Sí por sus grandes opiniones, muchas veces con un dedo acusador. Ese que tanto le gusta al público y que, con una pequeña pizca de violencia, tiene más llegada. Pero no por sus pensamientos profundos, esos que ya no tenía con quién compartir.

La distancia con su país de origen la había alejado de la vida real. De los árboles, de las calles, de los pájaros, pero, sobre todo, de sus seres queridos. Con el tiempo se acostumbró y reemplazó esa falta con tuits, posteos de Instagram, Facebook y TikTok. La vida allí es perfecta. La de ella y la de los demás también. Es casi como una competencia virtual estimulante. También es un trabajo: editar las fotos, pensar qué poner, cómo conseguir más adhesiones.

¿Qué pensaría su amiga, con la que siempre se sentaban en la vereda a conversar, sobre sus célebres opiniones, basadas en célebres autores, sobre temas célebres, de los que hablan todos? Sus charlas eran simples. Cómo extrañaba lo simple. Es tan complejo alcanzar lo simple. Lo simple no tiene retuits.

Según un estudio de la Organización Mundial de la Salud, una de cada seis personas en el mundo se siente sola. La situación afecta a todas las edades y tiene un impacto directo en la salud física: se estima que 870 mil fallecen cada año de manera prematura debido a la falta de vínculos sociales, una cifra comparable con el tabaquismo y la obesidad. El informe resalta que las personas con discapacidad, del colectivo LGBTIQ+, migrantes y refugiadas son las más afectadas. 
Esto último se debe, señalan, a que las personas migrantes y refugiadas “suelen enfrentarse a barreras en la comunicación y a normas culturales diferentes, lo que puede derivar en aislamiento social y soledad. Además, deben reconstruir sus redes sociales en un entorno nuevo”. Por otro lado, las experiencias difíciles o traumáticas que motivaron su salida del país (la pobreza, los conflictos armados o los desastres naturales) pueden contribuir al aislamiento y a la soledad.
“La soledad fue descrita como una experiencia interpersonal negativa, que incluye sensaciones de exclusión, rechazo, traición, ostracismo o discriminación, muchas veces relacionadas con la orientación sexual, la etnia o la condición migratoria”, destaca la organización.
Pero también como una experiencia de desconexión, de estar separado de los demás, de no sentirse comprendido o no encajar en los grupos sociales que lo rodean.

Emilia encontró una forma de encajar en las redes sociales. Los algoritmos son menos eficientes que los humanos para distinguir la nacionalidad: con unas cuantas reglas básicas mínimas y los contactos virtuales suficientes se pueden conseguir grandes resultados.

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