Por Agustina Bordigoni
De pronto, un día cualquiera, el estado de California amanece sin personas de origen latino. La película “Un día sin mexicanos” (2003) comienza con la historia de una mujer cuyo esposo e hijo desaparecen de la noche a la mañana.
El film, que en el inicio fue un corto de bajo presupuesto –cada actor cobró un dólar por participar– explora la hipotética posibilidad de que todos los migrantes de origen latino de California desaparezcan. Así, esposos, hijos, madres, padres, presentadores de televisión y trabajadores de diferentes rubros se esfuman, y dejan una gran pérdida emocional y económica.
Con un cierto toque de humor e ironía, la película toca temas muy serios. La xenofobia, la discriminación, el desconocimiento sobre la realidad de otros países (para los protagonistas de la historia todos los latinos son “mexicanos”), el papel de la policía fronteriza, y la explotación de los trabajadores migrantes, sobre todo de aquellos en situación irregular.

Veinte años después de su estreno toma relevancia en unas elecciones presidenciales en las que el tema migratorio está muy presente. El expresidente y candidato por el Partido Republicano, Donald Trump, prometió llevar adelante “la mayor deportación de la historia”. Gran parte de su discurso, que criminaliza a la población migrante, demuestra que, aunque tiene más de dos décadas, el film está basado en una realidad que sigue vigente.
¿Será posible cumplir con semejante promesa? Especialistas en temas migratorios advirtieron que técnicamente no: para hacerlo habría que cambiar ciertas leyes, ampliar el presupuesto y acelerar los plazos de la justicia.
Pero además hay otra realidad: de los 46 millones de inmigrantes que viven en los Estados Unidos, 11 millones no están regularizados. Sin embargo, la mayoría lleva más de una década viviendo en el país, y todos cumplen un rol social y económico muy importante. Sin ir más lejos, más de 1 millón de los migrantes que no tienen todos sus papeles en regla están casados con un nacional estadounidense o tienen hijos de esa nacionalidad.
¿Qué puede pasar si, a pesar de todo, Trump cumple su promesa? La historia ficticia de California podría ser un buen presagio.