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Se recuperó de una operación, vendió todo y migró a Los Molles con «Helena»

Liliana trabajaba en Quilmes, Buenos Aires, con mujeres víctimas de violencia. Pero encontró su propósito de vida en San Luis: ahora dicta talleres para otras mujeres, en su mayoría también migrantes.

Por Agustina Bordigoni

Liliana Silva (43) estaba acostumbrada a ayudar a cambiar la vida de los demás. En Quilmes, Buenos Aires, trabajó durante diez años acompañando a mujeres que habían sufrido situaciones de violencia. Pero un día decidió cambiar la suya. Hace casi dos años, después de recuperarse de una operación, decidió emigrar a San Luis. Vendió todo y viajó con su gran compañera, una perra llamada Helena.

Hay circunstancias del viaje que no se registran, pero en términos generales quienes dejan mucho atrás recuerdan la fecha exacta en que eso sucedió. Liliana llegó a San Luis el 8 de octubre de 2023. “Por procesos personales que venía viviendo elegí dar un giro radical a mi vida”, cuenta. “Mi profesión de base es la psicología social, el trabajo social y el acompañamiento terapéutico. Con los años me fui acercando a las terapias alternativas y así fue como en un momento me encontré integrando todas esas herramientas”.

El último taller que dictó en Quilmes se llamó “El deseo como motor de la vida”. El título no es un tema menor, porque fue entonces cuando empezó a plantearse sobre sus propios deseos. “Mi abuelo nació en San Luis, en Tilisarao, y mi papá vivió acá de chico, pero nunca más volvió. Yo siempre tuve curiosidad”, explica. “Luego de un proceso de introspección sentí el llamado de conocer esta provincia. Nunca había venido. Vendí todo lo que tenía después de recuperarme de una operación y emprendí el viaje de ida”.

Remarca “viaje de ida” porque al llegar, agrega, “sentí que este era el lugar para mí. Fue un proceso de transformación, de empezar nuevamente a construir una vida completamente diferente a la que tenía”.

Mujeres con propósito

Las mujeres son cada vez más protagonistas en los procesos migratorios, un hecho que se conoce como “feminización de las migraciones” y que está relacionado con múltiples causas: entre las dos principales podría decirse que las mujeres gozan de más autonomía, y por lo tanto ya no son únicamente los hombres los que salen de sus países para luego reunir a sus familias. Pero esto también se relaciona al lugar en la economía que sigue estando reservado para las mujeres: el de las tareas de cuidado.

El caso de Liliana tuvo que ver más con una decisión libre y consciente. En Los Molles, donde está instalada ahora, dicta un taller llamado “Mujeres con propósito”. La mayoría de las asistentes son migrantes. “Se trata de un espacio para pensarse y ahondar en el sentido de nuestra existencia, realmente es muy trasformador, tanto para mí como para las personas que participan”.

Por lo demás, comenta, “la adaptación fue amorosa. Tengo una cierta facilidad en crear vínculos sanos de amistades que me han ayudado y lo siguen haciendo hoy. No es que todo haya sido color de rosas, aún establecerme económicamente es la parte que más me cuesta. Sin embargo, mi calidad de vida ha cambiado ampliamente”.

Cuando habla de calidad, explica, se trata de “salir a la calle sin miedo a que te roben, ir un día cualquiera a las sierras, tomar mates y meditar, revisar mi historia, modificar lo necesario, conectar con la naturaleza de una manera que nunca antes lo había hecho. ¡Hasta una huerta hice!”.

Su viaje, por ahora, no tiene fecha de vuelta. “San Luis es el lugar que me dio la expansión que buscaba, es tierra de mi linaje paterno. Y me ha dado muchas respuestas a preguntas que he trabajado por años: es la simpleza de vivir diferente”.

Aldeaglobal 19 octubre, 2025

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