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Melodías del destierro (y del arraigo también)

En el libro “Melodías del destierro. Músicos judíos exiliados en la Argentina durante el nazismo (1933-1945)”, Silvia Glocer recorre diferentes etapas en las que personas migrantes llegaron a la Argentina, se incorporaron o fundaron orquestas e incluso salvaron a otras personas a través de empleos ficticios.

Dajos Bela aprendió a tocar el violín a los 9 años en el Conservatorio de Kiev, hoy territorio de Ucrania. En tiempos de revolución bolchevique emigró hacia Alemania, país en el que tocaba música clásica con el nombre de Leónidas Leonidoff. Cuenta la autora del libro que, en 1933, mientras daba un concierto en el Hotel Excelsior de Berlín, “fue brutalmente interrumpido por tropas de asalto nazis que estaban indignadas porque hubiera judíos haciendo música en un hotel en el que se alojaban miembros del partido nazi. Esa misma noche, Bela decidió viajar a Holanda”. En 1935, el músico consiguió un contrato con radio Splendid, en Buenos Aires, y comenzó a dirigir una orquesta de 80 músicos.

“Se creó la Cámara de Cultura del Reich, un organismo que buscaba consolidar, purificar y fortalecer la vida cultural de Alemania (…) Uno de sus objetivos principales era realizar una ‘limpieza’ del mundo musical, consistente en eliminar judíos, extranjeros e integrantes de la izquierda política de ese campo”.

El libro relata cómo, una vez instalado en Buenos Aires, Bela consiguió contratos para traer a otros músicos y realizó contrataciones falsas para que algunos que no eran músicos, pero cuyas vidas estaban en riesgo, pudieran escapar y llegar a la Argentina.

“Mi tío mandaba contratos a músicos para que trabajen en su orquesta para rescatarlos de Europa, con el entendimiento de que una vez que llegaban no había el tal trabajo… pero estaban vivos”, contaba su sobrino. “Él salvó una gran cantidad de vidas creando contratos falsos para músicos para su orquesta. Los músicos llegaban a Buenos Aires y trabajaban de otra cosa, dado que él no podría tener tantos en su orquesta”.

“El jazz fue denostado por los nazis como música ‘degenerada’. En consecuencia, las agrupaciones que tocaban este género también tuvieron que partir”.

Si bien el conflicto trajo a muchos músicos, una vez terminada la guerra una gran mayoría –que había echado raíces en Argentina– decidió quedarse.

El libro termina el recorrido con una pequeña biografía de cada uno de los músicos que llegaron al país en esos años.

El músico George Andreani llegó a Buenos Aires en 1937. Ese mismo año compuso la música de la película «Fuera de la ley», de Manuel Romero. Fue director de la Orquesta Estable de radio Splendid. Compuso la música para más de 70 películas argentinas.

Aldeaglobal 19 octubre, 2025

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