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Las caravanas ya no parten hacia el sueño americano

Esta semana cientos de personas migrantes salieron desde Tapachula, México, para reclamar por la resolución de sus solicitudes de asilo en ese país. A siete años de la primera caravana, es mucho y muy poco lo que ha cambiado.

Por Agustina Bordigoni

La primera caravana de migrantes que logró hacer visible una realidad que transitaban de manera individual –aunque generalizada– miles de personas, comenzó en octubre de 2018.

Según el Observatorio de Legislación y Política Migratoria de México el 5 de octubre de ese año, a través de redes sociales, se convocó a la primera “Marcha del migrante” bajo el lema “No nos vamos porque queremos: nos expulsa la violencia y la pobreza”. La iniciaron alrededor de 160 personas, que salieron desde la ciudad hondureña de San Pedro Sula el 12 de octubre. Con el correr de los días sumaron miles: se estima que fueron cerca de 7.000 y de diferentes países, principalmente de Honduras, pero también de Guatemala, El Salvador y Nicaragua. Familias completas, niños y niñas no acompañados y personas de todas las edades mostraban, ante las cámaras que hicieron el seguimiento, cuál era el recorrido de los miles que emprendían ese camino rumbo a los Estados Unidos cada año. El hecho de que lo hicieran juntos no solamente les dio visibilidad: también los ayudó a protegerse de algunos de los peligros que atravesaban en esa ruta. En ese momento también gobernaba Donald Trump, que a los pocos días amenazó a los países de origen involucrados con suspender la ayuda humanitaria si el trayecto de estas personas no se detenía.

“Regresa a la misión”. Derecha: Captura de pantalla del sitio oficial del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas ICE. La imagen rescata a la figura del Tío Sam, que durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial llamaba a los ciudadanos a unirse al Ejército (foto de la izquierda). Ahora, es utilizada para llamar a los agentes de inmigración retirados a reincorporarse al servicio para llevar adelante “la mayor deportación de la historia” prometida por Donald Trump.

Esa primera caravana logró al menos uno de sus cometidos: el tema de la migración y las condiciones del trayecto, los motivos y la composición de la población tuvieron una importante presencia en los medios de comunicación durante varios días. Los locales que tenían la oportunidad retrataban a su paso la gran fila de personas y lograban rescatar historias puntuales que contaban las historias de cientos más. El destino de esas más de 7.000 personas fue diverso y poco documentado. Muchos quedaron varados en México ante el endurecimiento de la política del primer mandato de Trump.

Luego de esa primera caravana otras siguieron el ejemplo: de enero a abril de 2019 las convocatorias partieron desde el mismo lugar y con el mismo destino, pero con el estreno de una nueva decisión que respondía a las presiones del mandatario estadounidense. El programa popularmente conocido como “Quédate en México” obligaba a los migrantes a esperar la resolución de sus solicitudes de asilo en ese país. El resultado: campamentos de personas refugiadas con condiciones que poco se parecían a lo que debería entenderse como un refugio.

Esta semana cientos de personas iniciaron un camino similar al de la primera caravana. Esta vez, sin embargo, los migrantes partieron desde Tapachula, México, no con la intención de llegar a Norteamérica, sino de protestar para que su estatus sea resuelto y quedarse en Ciudad de México. En su mayoría se trata de venezolanos y cubanos. Unas 1.200 personas, según los medios locales.

“Nuestro objetivo ya no es llegar a los Estados Unidos”, explican a los periodistas algunos de los entrevistados. Afirman que, bajo el segundo mandato de Trump, “ya no existe tal cosa como el sueño americano”.

Aldeaglobal 19 octubre, 2025

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