Por Agustina Bordigoni
La familia de Edilia Yadira Medina (41) llegó a Argentina en 2018. Por entonces habían perdido la esperanza de que la economía de su país, Venezuela, se recuperara. Si eso pasaba podrían solucionar su principal preocupación: cubrir las necesidades básicas de sus hijos de 3 y 8 años. Las elecciones del domingo –y la posibilidad del triunfo de Edmundo González Urrutia– les habían devuelto esa ilusión. “Nosotros habíamos planificado empezar a organizarnos para irnos en diciembre. Estábamos emocionados de poder volver a reunirnos con nuestra familia”. Pero después de que el Consejo Nacional Electoral proclamara a Nicolás Maduro como ganador de los comicios presidenciales con el 51,2% de los votos, decidieron posponer esos planes.
“Al principio pensamos esperar un tiempo, porque Venezuela no se iba a acomodar inmediatamente. Pero después dijimos: ‘no, vámonos a hacer patria, vamos a ayudar a la construcción de nuestro país”, afirma Medina. Ella es licenciada en Educación, pero su primer trabajo en Argentina fue al cuidado de personas mayores.
“Cuando vimos materializado el fraude –porque fue un fraude–, nos quedamos sorprendidos de que hayan podido robarse esas elecciones. La verdad para nosotros ha sido un golpe muy fuerte”.

“Como lo último que se pierde es la esperanza, hay como una cierta esperanza de que pudiese haber un conteo de votos. Pero de primera mano ya nosotros dijimos que no nos vamos a poder ir. De hecho, mi familia que está allá piensa: ‘Ahora nos tendremos que ir nosotros también’”.
Daniela Antolines (33) dejó Venezuela en 2017 para buscar un futuro mejor en Argentina. Volvió en octubre de 2023, pero tras las elecciones del domingo decidió que va a emigrar por segunda vez. “Después de esto decidí volver a irme. Regresé de San Luis y pensé que aquí podría estar un tiempo prolongado, pero ya después de esto me tengo que ir”, cuenta desde Caracas. “Tengo pensado partir a España”. Aunque el destino es distinto, las expectativas con las que sale de Venezuela son las mismas: “Hacer raíz en otro país”.
Nelly Salazar (49) llegó a Argentina con título de docente, pero nunca pudo ejercer. Como muchas mujeres migrantes, su primer trabajo también fue en tareas de cuidado. “Yo quería volver a mi país porque acá no he podido ejercer mi carrera y sé que en Venezuela se requieren maestros, porque la educación está devastada”.
«Los niños van a clase una o dos veces por semana y yo abrigaba una esperanza, porque Edmundo y María Corina decían que iban a hacer hasta lo imposible para que todos volviéramos otra vez a nuestro país”.
Para muchas personas, como es su caso, las raíces quedan. “Yo tengo mi casa en Venezuela, aún no la he vendido. En el fondo no venderla es esperanza de volver”, cuenta. “Claro que no quiero volver a vivir lo que he vivido, pero al salir Maduro daba la idea de que podía haber un cambio. Estábamos esperanzados. Y repito la palabra esperanza porque es lo que nos queda, la esperanza”.
La mañana del lunes tuvo un sabor muy distinto a la del domingo. “Anoche no dormí de solo pensar lo que está pasando, lo que está sucediendo con nuestra gente, cómo está siendo masacrada. Son piedras contra balas. Es fuerza letal contra la esperanza de un pueblo”.
A M.O.V (cuyo nombre debe resguardarse por motivos de seguridad) le preocupan sus padres. Llegó a Argentina en octubre de 2018 “por hambre y miedo”, asegura. Tal vez los motivos por los que tuvo que huir son la explicación de que no tenga esperanzas de volver. “Lo trabajé psicológicamente y fui de visita a mediados de 2022, pero sin deseos de regresarme”. Respecto a las elecciones, opina que “es parte de una mala película que conocemos los venezolanos, solo que esta vez es más grosero el fraude, por el proceso para conteo de votos y actas de escrutinio”. Pero si las cosas algún día cambian y Maduro entrega el poder, difícilmente piense diferente. “Sé que vendría un proceso largo de transición y bueno, ya una decidió avanzar y hacer vida acá. Tengo a mis padres allá, y eso sería lo que más me duele. Sacarlos quizás sea más difícil en los próximos meses”.
Paola Alfonzo llegó a la Argentina en 2017. Su esperanza es a largo plazo. “Esto es una prueba al mundo del repudio que los venezolanos le tienen a este gobierno que es totalmente ilegítimo”, opina. “Lo que se puede ver es el inicio de una nueva Venezuela, pero el cambio absoluto va a llevar muchísimos años, creo que no estaré viva para verlo”. Después de las elecciones, los manifestantes tomaron las calles de esa Venezuela que dejó. “La gente está molesta, están cansados de tanta miseria, de tanta mentira y tanto silencio, porque no puedes hablar, no hay a quién reclamarle”.
A Lía Valeri -que lleva 18 años en Argentina, y por lo tanto migró en contexto muy diferente-, también le preocupan las generaciones más jóvenes. “Amanecí triste, cansada, pero no devastada, porque era un escenario posible y creo que esto no se termina aquí. Lo que me genera muchísima tristeza al final del día es ver las caras de esos jóvenes con la esperanza de volver, las personas muy jóvenes siempre quieren volver”.
El panorama es difícil, pero todavía incierto. María Corina Machado, líder de la oposición, aseguró que pudo acceder al 73% de las actas y que el triunfo de Edmundo González Urrutia es arrollador: según estos datos, Maduro obtuvo 2.759.256 votos, mientras que González Urrutia 6.275.182.
“Hoy, cuando nos recuperemos, vamos a seguir pensando en que va a haber alguna salida”, asegura Valeri.
Al fin y al cabo, resume, “la esperanza en el venezolano es innegociable”.
Foto de portada: Nelly Salazar y parte de la familia que quedó en Venezuela.