Decenas de páginas en internet prometen contar la verdadera historia de la milanesa, un plato que nació fuera del país pero que tiene su día en Argentina: se celebra cada 3 de mayo.
El origen de la milanesa es un tanto disputado. La teoría más difundida afirma que proviene de lo que hoy es Milán, Italia, que habría sido creada en el siglo XII, y que la receta fue viajando junto con los primeros migrantes.
De diferentes formas, fritas o al horno, “a la napolitana”, o acompañadas con un simple puré, el plato es una de las tantas maneras en las que se consume la carne no solamente en Argentina, sino también en la mayoría de los países de la región.
Pero la historia no termina ahí: el plato se fue reversionando y, debido a la más reciente migración venezolana en Argentina, algunos locales ofrecen –con mucho éxito– milanesas con plátano frito y aderezo de mandioca, acompañantes típicos de los sabores en Venezuela.
Más allá de la discusión sobre el origen de una preparación tan popular, lo que sí está fuera de debate es el origen de las “dublinesas”, una receta que, como su nombre lo indica, tiene su origen en Dublín, Irlanda.
“Milanesas en Dublín” es una empresa argentina que vende este plato listo para hornear o freír. Empezó a vender a argentinos viviendo en Irlanda y hoy su público es más general. Entre las variantes se pueden encontrar milanesas de soja, de carne, de pollo, de berenjena o de lentejas.
En Argentina, la preparación más común lleva carne de vaca, huevo, ajo, perejil y pan rallado. Con la misma fórmula los irlandeses se deleitan y de alguna manera hacen volver a Europa una costumbre que nació en el Viejo Continente.
La migración venezolana en Argentina (más de 213 mil venezolanos llegaron al país en los últimos años, según la plataforma R4V) también generó una combinación explosiva: los tequeños con chimichurri. Contamos su historia a continuación.