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Cinco cartas desde Gaza: Hogar, dulce hogar

Durante esta semana, Aldea Global reproducirá fragmentos de cartas escritas hace varios años en Gaza y recolectadas por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA). La crisis humanitaria actual es de dimensiones sin precedentes, pero de larga data. Esta es la segunda entrega.

4 de diciembre de 2008

El hogar es el sitio donde cada piedra, cada rincón evoca un recuerdo de algún momento de tu infancia; es donde aún están grabadas en la puerta las marcas de cuánto creciste.

Para mí, como refugiada palestina de tercera generación, me fue negada la posibilidad de experimentar todos estos sentimientos. El campo de refugiados donde crecí es solo una residencia temporal, un lugar en el que yo y mi familia, antes que yo, fuimos obligados a vivir tras perder nuestra tierra natal. El campo nunca fue pensado para ser nuestro hogar.

Me resultaba difícil olvidar las historias de mis padres sobre su tierra natal y aceptar al campo como mi casa. Aunque todos mis recuerdos y mi infancia están en el campo, y aunque toda mi vida la pasé allí, siempre sentí un compromiso profundo con la tierra original.

Era una mañana de martes, pero no una como cualquier otra. Volvía a casa, a Gaza, después de pasar una semana en Jerusalén. Pero, más importante aún, iba a visitar el lugar donde nacieron mis padres, el lugar que se suponía era mi patria.

Mis colegas de trabajo organizaron esta sorpresa, y fue más de lo que jamás imaginé. Cuando me enteré, mi cuerpo comenzó a temblar y mi corazón a latir con fuerza. Tal vez porque finalmente iba a ver el lugar donde vivió mi familia, mis abuelos. O quizás porque iba a ver los escenarios de las historias que me contaba mi padre, o porque por fin iba a experimentar el verdadero sentimiento de estar en CASA.

Cuando llegamos, sentí que apenas podía respirar. Miraba por todos lados, intentando ver y oler los fantasmas de mis antepasados. Quería ver cada casa antigua, tocarla y escuchar las voces escondidas entre sus piedras.

Fue difícil aceptar que mi generación está perdida entre la ansiedad de conocer la patria de sus padres y la falta de un verdadero compromiso hacia ella. Estamos atrapados entre negar al campo como nuestro hogar y la fe en las historias de nuestros antepasados sobre su hogar.

Volví a casa, a Gaza, con muchas preguntas que me acompañarán para siempre. Regresé con un puñado de arena —la arena que mi padre me había pedido que le llevara— pero, lamentablemente, sin tener ninguna historia propia que contar sobre su tierra natal.

Najwa Sheikh

Fuente: UNRWA – Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina. “Letters from Gaza”.

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